2008, ese año...

Este año que pierde el resuello, no debe prolongarse ni un minuto más, mejor perderlo de vista cuanto antes, borrarlo de la agenda, arrojarlo al infierno con todas sus emociones y tragedias, con los últimos discursos políticos que como siempre empeoran las cosas. Este "annnus horribilis" (uno más), no tiene derecho a prometernos nada, hay que cerrarle la boca, que no hable, que como un reloj mudo deje paso a otras campanadas, a otros pasos del tiempo en nuestras vidas.
Si hay años que no estamos para nada, este que acaba ha sido uno de ellos.

Se juegan los minutos de la basura de este partido que hemos perdido por goleada, nada de alguna prórroga oculta, nada de descuentos, que baje la bola de la Puerta del Sol, que lo pasado, pasado está. Pero antes hay que darle una patada en el trasero al 2008, despedirlo por las malas o por las buenas y dejar que entre el año nuevo, a ver si nos va mejor, porque aquí no vale el patético conformismo de «que me quede como estoy».

Desde luego nada de ansiedad, angustia y desesperación como en el bolero tontorrón. Eso sí. Que desaparezca del marcador la goleada siniestra que nos ha metido el jodido año. Y se acabó lo que se daba, el espectáculo terminó. Hay que fastidiarse, este año fatídico no se agota nunca. ¡Arbitro, la hora!...